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02 marzo 2007

La Balada de Cable Hogue

Nunca ha sido una de las películas de Peckinpah más valorada, pero yo es la que más admiro. Quizás me dejo llevar por el sentimentalismo que trato de obviar.
Cable Hogue es inteligente e inabarcable. Si analizamos su tema principal podríamos sacar varios y no estaríamos desencaminados, el perdón, el fatalismo, el amor. Yo destacaría uno por encima, la dignidad.



Todo esto puede resultar pretencioso pero el arte como tal, lo es.
Cable Hogue es abandonado por sus compinches en pleno desierto. Cuando está a punto de morir descubre agua. Viendo el negocio que puede acarrear un pozo en pleno desierto compra esa parcela de la que hace su hogar.
Dentro del género del oeste, el personaje de Cable Hogue se enfrenta a encuentros y despedidas, ya sea de sus compinches, como de un predicador, el Reverendo Joshua Sloan, y de la prostituta de la que se enamora Hildy. Ese ir y venir confiere un aire melancólico adornado por las canciones de Jerry Goldsmith y Richard Gillis.
La RAE define la dignidad como: Gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse. Ese es Cable Hogue, la honestidad consigo mismo, con sus ideales y sus sentimientos, a pesar de enamorarse de una prostituta o de ser amigo de un predicador mujeriego y cínico. Creo que esa dignidad es admirada por todos los que vemos por primera vez la película.
Además es un canto a la vida y al saber vivir. Cable vive como quiere, dinero aparte, sus acciones son el resultado de sus creencias e ideales internos.
Desde aquí invito a un visionado ya sea el primero o el enésimo de esta obra de Peckinpah, que muchos críticos en su afán de catalogar llaman "western crepuscular".

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