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09 agosto 2008

La Chica del Puente

Acabo de verla y estoy tan gratamente sorprendido que me lanzo.
Por diversas circunstancias, que vendrían a cuento pero que no me apetece contar ahora, últimamente en mi cabeza ronda el tema de la imbricación. La relación entre personas, objetos, objetos con personas, personas con objetos y no, no he bebido ni me he fumado nada ilegal.

No creo en la casualidad, sé fehacientemente que no existe, cuando tenga unos cuantos años más demostraré esta teoría con hechos contrastados, será cuando me hayan diagnosticado un cáncer incurable y pueda mirar atrás sin sentir que estoy perdiendo el tiempo. Creo en los hilos, en hilos que nos unen, son hilos casi transparentes, de los que ponen a Superman y luego borran digitalmente. La complicación es ver esos hilos y tirar de ellos. Si lo haces seguramente hayas encontrado el objeto o la persona adecuada. Sé que es verano y que pensáis que se me va la olla, pues sí, puede ser que se me vaya, pero que conste que es una locura estable, estos pensamientos me vienen muy a menudo.

La relación de los dos personajes protagonistas en la película de Leconte están unidos y esa es la única manera que funcionen, ya sea como entes autónomos o como par inseparables. Creo en la unión como complemento y terminación de la persona.

Sin esa unión los cuchillos no irían por su camino, ni ellos por el suyo.

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