Uno reconoce que el mejor momento del día, aparte de los propiamente placenteros y más ocasionales, es cuando cojo un café y empiezo a leer las noticias muy por la mañana. Reconozco que empiezo por el menéame, gestor de noticias tan democrático como poco democrático, entiéndase la paradoja de su sistema.
El caso es que hoy, dia después al justo triunfo de Camino en los Goya, me topo con dos entradas muy relacionadas con mi vida. La primera es que el 2 de febrero es el día de la marmota. Ese reloj digital en que los números van bajando cual guillotina robespeirrana y donde Bill Murray ejerce la recursividad y construye una de las mejores comedias de todos los tiempos.
La segunda, y no menos importante, es que los chicos de Liverpool cumplen 40 años desde que se subieron a aquella azotea del número 3 de Saville Road, en los estudios Abbey Road. Fue un 30 de enero de 1969. Sí, he hecho trampa, hoy es 2 de febrero. Pero en 40 años, con tantos bisiestos, dos días son minudencias.
El caso es que hoy, dia después al justo triunfo de Camino en los Goya, me topo con dos entradas muy relacionadas con mi vida. La primera es que el 2 de febrero es el día de la marmota. Ese reloj digital en que los números van bajando cual guillotina robespeirrana y donde Bill Murray ejerce la recursividad y construye una de las mejores comedias de todos los tiempos.
La segunda, y no menos importante, es que los chicos de Liverpool cumplen 40 años desde que se subieron a aquella azotea del número 3 de Saville Road, en los estudios Abbey Road. Fue un 30 de enero de 1969. Sí, he hecho trampa, hoy es 2 de febrero. Pero en 40 años, con tantos bisiestos, dos días son minudencias.